Ética y sostenibilidad
Probablemente hayas oído hablar de los diamantes de sangre o diamantes conflictivos. Este término surgió a finales de los años 90, cuando grupos rebeldes violentos de África Central y Occidental comerciaban ilegalmente con diamantes a cambio de armas y dinero, sembrando la violencia y el horror en las zonas mineras. El Proceso de Kimberley, establecido en 2003, se supone que impide que los diamantes conflictivos entren en la cadena de suministro de diamantes, para que usted se sienta seguro de que el diamante comprado no está financiando ninguna guerra civil ni trabajo esclavo.
Sin embargo, la mayoría de los diamantes no son totalmente rastreables hasta sus orígenes. De la mina al amante, los diamantes pasan a través de muchas manos y usted no puede ser seguro que este un diamante no encuentra algunos poco éticos y prácticas.
Ahora cuando usted compra un diamante de Canadá o de Nueva Zelandia y un diamante de países africanos más pobres habrá una diferencia enorme en términos de qué condiciones de trabajo estos diamantes se han minado.
Los diamantes cultivados en laboratorio son éticos por definición: se cultivan en un entorno no conflictivo y no están contaminados por los problemas con los que sigue luchando la industria del diamante extraído.
Cada diamante de laboratorio que se vende en una joya es un diamante menos que hay que extraer de la Tierra. Hablando de la industria minera, debemos recordar siempre qué impacto importante tiene en el ambiente. Su funcionamiento requiere energía diésel, lo que provoca enormes cantidades de emisiones de CO2 (que podrían provocar el calentamiento global).
La extracción de diamantes de las profundidades de la tierra y del fondo del océano afecta negativamente a todo el ecosistema. Causa daños irreversibles a una gran variedad de animales como los elefantes y la vida marina en Namibia y Canadá. También provoca la contaminación del agua y el suelo en la misma Namibia y Canadá y deja tras de sí ciudades fantasma abandonadas (Kolmanskop en África).
Hacer que la extracción de diamantes sea sostenible nunca será rentable y es un trago amargo para todas las personas implicadas.
El cultivo de diamantes apenas tiene impacto en el medio ambiente. Requiere pequeñas cantidades de grafito y metales, cantidades decentes de gas que contiene carbono y cantidades considerables de electricidad.
- El proceso HPHT utiliza grafito y metales, que son abundantes y pueden obtenerse de forma sostenible.
- El proceso CVD utiliza metano (gas de efecto invernadero), que teóricamente tiene un efecto inverso sobre el calentamiento global y también puede obtenerse de forma sostenible.
Ambos métodos de cultivo utilizan electricidad que puede proceder de fuentes de energía renovables, como centrales hidráulicas, molinos de viento o paneles solares. Los diamantes cultivados en laboratorio y su producción pueden ser sostenibles (siempre que se cumplan todos los criterios anteriores).
El futuro del lujo no debería costar la Tierra